SI HAY UN PAÍS ENTERO QUE ME FASCINA ES JAPÓN. Los japoneses como cultura están marcados por un exquisito gusto que juega con equilibrio de color y depuración de las formas un tratamiento correcto de los materiales y actualmente un mestizaje que recoge a mi gusto “lo mejor de cada casa”. Un ejemplo a seguir por el mundo occidental, al que por el contrario se esfuerzan tanto por imitar.
El país del Sol Naciente. De las dos bombas atomicas. De Samuráis, Camicaces, Yakuzas y Geishas. De Sumos y Otakus. De Kurosawa y Murakami, fue el lugar de donde traje mi casco. Y lo mas curioso es que no es a ningún artista contratado por una marca al que le deba el diseño de mi “unidad”, sino más bien: al buen hacer de un vendedor que tras conseguir que un casco entrase en mi cabeza (XXL) logró entenderme (Japonés – Español) y sacó de un cajón una fabulosa colección de pegatinas con las que decoró magistralmente lo que en principio era uno de los cascos básicos que había visto en Kyoto y Tokio. A mi diestra ahora llevo al dios del Trueno y a mi siniestra el del viento. Y detrás un dragón que desciende entre una nube de flores.
Ahora forma ya una de mis posesiones más preciadas y no precisamente por lo que me costó. Ya ha sido y espero siga siendo testigo de muchos kilómetros y encuentros, dentro del mundo que puede llegar a ver un piloto del Triunfo.
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